13/3/10

Viaje a Laponia (III). El trineo de huskys

David (13.10 horas, 1ºC)

El sábado amanecimos a las 09.00 horas. A esa hora comenzaba todavía no había amanecido aunque el Sol iniciaba tímidamente su ascenso diario. Después de desayunar en la cabaña comedor volvimos a nuestra cabaña. Yo me puse a escribir contemplando el lago a través del cristal, estaba desierto y salvo dos o tres compañeras que pululaban por la aldea todos estaban en sus cabañas.




Mentira, no recordaba yo que el sábado fue el día de las actividades: paseo en trineo tirado por huskys, motos de nieve o ambas, a sesenta lereles el servicio. Pues eso, estaba yo contemplando el paisaje cuando del fondo del lago, rompiendo la perfecta hilera de pinos nevados, una caravana de tres trineos emergió del bosque trazando en la blancura inmaculada del lago las huellas de los perros y trineos. Como si hubieran tocado la campana del recreo en un colegio, salimos todos al porche de nuestras cabañas y cuando la caravana estuvo suficientemente cerca corrimos a saludarlos como si un prohombre hubiera llegado a un pueblo perdido.



Después fue mi turno. El paseo duraba algo más de cuarenta y cinco minutos a través del bosque en un trineo tirado por cuatro perros. El grupo estaba formado por tres trineos, dos de los cuales los manejábamos nosotros y otro que iba siempre puntero manejado por el monitor. La ruta tenía tres partes, por lo que pasábamos dos manejando y una a bordo del trineo del monitor. La primera y la última eran más rápidas, con más curvas y más emocionante, la parte central era más lenta, más calmada, tiempo para los sentidos. Yo maneje la primera y la última y en la segunda recostado en el trineo delantero disfruté del mar de pinos blanquecinos.



La conducción es sencilla, basta bajarse del trineo cuando los perros tiene que hacer mayores esfuerzos, frenar en las bajadas y en las curvas cargar el peso del trineo en el sentido de la curva. Aún así, a puntito estuve de comerme un árbol justo antes de entrar a l lago, que me vi con mis huesos en la nieve y el trineo alejándose y dejándome tirado. Libre por poco. Más tarde me acerqué a ver la derrapada y efectivamente el patín derecho del trineo se había subido por el árbol y había cortado ligeramente el tronco. Bajó la virgen a verme.




Después de tal borrachera de emociones nuevas y placeres sensoriales me dediqué a algo más calmado. Con Claire estuvimos taladrando el hielo del lago para pescar, pero no picó nada. Si vosotros queréis seguir picando por aquí, en el próximo post Álvaro os contará su experiencia con la moto de nieve.

Terve!

Disculpad la calidad de los videos, pero mi viejo móvil no da para más.

10/3/10

Viaje a Laponia (II). La aldea de Korvala

La aldea de Korvala en realidad es una especie de camping, un conjunto de diez pequeñas cabañas rojas junto a otras cuatro no mucho más grandes que hacen las veces de restaurante, sauna y sala de fiestas, almacén de esquís y residencia de la familia Korvala. Todo ello en frente de un pequeño lago, que en invierno queda oculto bajo la nieve como una pradera blanca.


A la llegada la señora Korvala nos dio las instrucciones precisas sobre el uso de las cabañas y nos advirtió que nos abrigáramos bien si no queríamos que nuestro cerebro, el que lo tuviera, se congelara. Algunos tampoco notarán mucha diferencia, pensé yo.

Después de la charla ocupamos las cabañas, Nikolaus organizó los turnos para usar el baño con orden alemán y yo me dediqué a azuzar la lumbre y quedarme embobado mirando para el fuego, momento que repetiría hasta que nos marcháramos de allí.


Dejamos las cabañas para probar las actividades gratuitas que nos ofertaban aquel día. Un paseillo en trineo de renos y otro en trineo de huskeys.



Cada verano mueren en Finlandia 100.000 renos. El Gobierno de Finlandia se encarga de controlar la población del animal, que es la base de la cultura sami. Según me explicó el experto, oriundo de la Laponia finesa, la forma de proceder al exterminio consisete en realizar batidas por el bosque, acorranlándolos de a poco, para capturarlos con más facilidad y darles matarile tranquilamente. Los tres que tiraban de nuestro trineo, Snowball, Litle Boy y del nombre del tercero no me acuerdo, pueden considerarse afortunados.



La cena se sirvió como cada evening a las 19.00 horas. El señor Korvala es un gran conocedor de la gastronomía local —estofado de reno, caserole de salmón, fondue de quesos— y cada cena preparó un plato típico, acompañado de ensalada y frutos del bosque y rematado por un postre de los de relamerse las boceras lengüetazo vivo. Más trade en la fiesta nosotros mismos nos encargamos de regarlo por inundación con glogui y cerveza del país.

Después volvimos al calor del hogar, Álvaro durmió y los demás miramos el fuego mientras dialogábamos de la importancia de tener buenos modales y buenas capacidades comunicativas. Ahí es ná. Cuando nos cansamos de la cháchara, al más puro estilo Benidorm, cojimos el bañador y la toalla y nos fuímos para la sauna, más que para abrir los poros y quemar toxinas para combatir el frío privar cerveza.

La resaca en el próximo post.



¡Moi, moi!


Estamos intentando conseguir fotos de la fiesta porque, como es lógico, nosotros no llevamos a esos eventos bárbaros e incontrolados. Cuando las tengamos la subiremos.



5/3/10

Viaje a Laponia (I). El tren.

David (12.24 horas, -4ºC)

El no expreso para Laponia partió un jueves 21 de diciembre a las 21.00 horas. Después de apurar al último segundo —como es costumbre— para mandar un trabajo y de haber cenado —como es también costumbre— en el Pizza Place nos encaminamos a la estación central de Helsinki. Allí nos esperaban Anumpan, jefe de la expedición y portador de los billetes, y otros otros muchos compañeros entre los que se contaban Matias, Filipo y Yelena.

Nos aguardaban nueve lentas horas de tren, ochocientos kilómetros cruzando Finlandia de sur a norte, una pequeño calmante para la excitación creciente de llegar a latitudes casi polares.

Fuera, el tren se deslizaba pesado, agonizante entre la noche nevada. La negrura de los bosques fineses parecía impedirle el paso como si en cada traviesa un denso muro se levantara.


Dentro, los viajeros nos habíamos reunido en el vagón cafetería y nos entreteníamos en la papiroflexia con los folletos de la empresa nacional de ferrocaliles fineses y una rudimentaria partida de Texas Holde'm.

Un señor me confundío con un sudamericano, según entendí por el gorro que llevaba. Algunos autóctonos se emborrachaban y cantaban canciones inteligibles. Cuando el sueño se adueño de nosotros nos fuimos a la cabina, compartida con Nikolaus Moench . Dijo que pondría la alarma para despertarnos y así lo hizo, precisión alemana.

En Rovaniemi nos aprovisionamos de cerverza y luego la expedición se dividió en dos: los que continuaron hasta Inari y los que nos dirijimos a la aldea Sami de Korvala, que os será presentada en el siguiente post.

8/2/10

Mejor precio y calidad

Álvaro (19:30 horas, -6ºC)

Reconozco que antes de venir a Helsinki solamente había entrado en un LIDL dos o tres veces en mi vida. El hecho de ser fiel cliente de Mercadona (qué pena cuando quitaron el de Hilarión Eslava), algunas incursiones esporádicas en Piedra o Caprabo y un calvo con menos credibilidad que la Patiño tenían la culpa.

Sin embargo, con eso de que nos dan menos de 200€ de beca al mes (todavía no sabemos exactamente cuánto) y que la vida en Helsinki no está muy barata, no nos ha quedado más remedio que fiarnos de lo de "mejor precio y calidad".

Así que prácticamente cada sábado o domingo (sí, abren los domingos hasta las diez de la noche), acudimos al LIDL que hay en Kamppi cargados con nuestras mochilas para no tener que pagar las bolsas de plástico.

Y si tenemos suerte y alguien se ha olvidado alguna lata de cerveza en nuestra habitación, nos sacamos un dinerillo metiéndola en una máquina que hay al lado de la puerta y que te da 0,15€ por cada una.

Después empezamos nuestro recorrido habitual: pan de molde, fruta, salchichas y jamón de york en el primer pasillo; taco de queso emmental, pure de patatas y pasta al fondo; y leche (ya no la confundimos con el yogur) y huevos a la izquierda.

Entre medias, visita obligada a la estantería de ofertas en la que te puedes encontrar desde calzoncillos hasta una aspiradora. Esta vez había un "ultrasonic distance meter" por 16,99€... Me lo estuve pensando pero al final no me lo compré, me daba mal rollo lo de ultrasonic. Eso sí, prometo que antes de que acabe el Erasmus ¡me compro algo en ese pasillo!

Lo que sí nos llevamos siempre es un par de paquetes de pechuga en salsa y entre seis y diez yogures "Big Duo". El pollo no tiene muy buena pinta (nos costó un par de compras decidirnos a probarla) pero la salsita está bastante rica y con arroz se deja comer.

Los yogures deben tener algo adictivo. En Pohjoinen Rautatiekatu 29 una cena sin esta especie de Corn Flakes de chocolate con yogur es como un lunes sin La Hora de José Mota (que ha sustituido al Doctor Mateo en nuestra programación): inconcebible.

También tengo que reconocer que tengo un pequeño problema con las American Cookies. Una especie de Chips Ahoy pero mil veces más ricas. Ya no las cogemos en la compra semanal porque se nos acaban en menos de un día, pero de vez en cuando no me resisto y me doy una merienda-homenaje.

Pero bueno me lo puedo permitir, que seguimos con nuestra apretada agenda deportiva (ahora incluso con volleybal y snow rugby). De hecho, el viernes empezamos otra liga de fútbol sala con el Melting Pot y ganamos 4-1 en lo que significó nuestra primera victoria en una competición bajo techo. David marcó un gol a lo Eto'o y yo cumplí como portero suplente ante la ausencia de nuestro alemán de dos metros. A ver si seguimos así.

¡Besos y abrazos!

24/1/10

Viviendo en postales

David (20:00 horas, -10º)

¿Cómo que no apetece pasear con este tiempo —quince grados bajo cero—? Claro que apetece y mucho. Para cuatro días que tenemos en Helsinki con el cielo despejado, azúl como los ojos de los poemas de Bécquer, sin un mal cirro, cúmulo o estrato que lo estropee, un astro rey de una tímida belleza hechizante y abrigado el paisaje por el manto blanco de la nieve... ¿cómo que la gente no vivimos en las postales? A veces sí, aunque sólo sea por unos minutos.



Las fotos corresponden a la agradable caminata que el sábado nos llevó hasta el extremo más meridional de la isla-museo etnográfico Seurasaari. Lo más impactante para nosotros fue que el itinerario discurrió sobre las aguas heladas de la bahía.


No sabemos hasta cuando permaneceran heladas las aguas, pero antes de que se que se derrita el hielo y Skadi ceda las augas de nuevo a Posidón, yo quiero cruzar las bahía enterita sobre los esquíes en plan Juanito Muller, aunque me tenga que dopar...



Lo ideal sería comprarse un par de renos y un trineo y así, además, me ahorraba el abono de transportes. Lástima que ya lo he comprado y no me devuelven el dinero, los renos tendrán que esperar...


La última foto es del cementerio. Por cierto, eran las 16.10 cuando el Sol se puso. Ya crecen los días. Por reyes lo conocen los bueyes.

Hei hei. Voi hyuvin.

19/1/10

Cálida vuelta a casa

Álvaro (17 horas: -8ºC)

Parecía que no íbamos a volver a actualizar nunca... ¡pero sí! Un mes y medio después de la última entrada, El Finterrete vuelve con fuerza y con el propósito de año nuevo (de esos que se cumplen siempre) de quedarse hasta finales de mayo, cuando nuestra aventura finlandesa llegue a su fin.

Tenemos por ahí pendiente un encuentro digital y el viaje a Laponia (de allí es la foto del nuevo look invernal de El Finterrete), pero como decimos en Pohjoinen Rautatiekatu 29: "deja para mañana lo que puedas no hacer hoy".


Así que en vez de eso vamos a hablar de un tema mucho más original: el frío que hace en Helsinki en enero. Después salir de Madrid a las seis de la mañana y un viaje de unas ocho horas en el que solo fuimos sin dormir en la escala en Amsterdam y cuando nos dieron el desayuno en los dos aviones (la ventaja de ir sin dormir al aeropuerto, que el viaje se te pasa volao), llegamos a la capital finlandesa con una agradable temperatura de -8ºC.


Mucha nieve, los laguitos y el mar congelados, y las calles llenas de hielo. Bueno todas no, que en el centro hay algunas que tienen calefacción en las que se pasea como si estuvieras en el paseo marítimo de Córdoba.



A pesar de todo hay que decir que por ahora estamos aguantando bien el frío. De hecho, ayer en la sobremesa de dos horas en el Unicafé hemos estado discutiendo con tres italianos, un brasileño y un francés por qué a -8ºC en Helsinki parece que hace menos frío que a -8ºC en París o Londres. Dicen que es por la humedad pero la verdad que no ha quedado muy claro (se aceptan teorías en los comentarios).


Además, lo del título no venía a cuento de la temperatura. Era más bien por la bienvenida que nos dieron nuestras amigas las pelusas y un paquete de jamón york al entrar en nuestro amplio apartamento. Las primeras eran suficientes para haber escrito konichiwa y el segundo desprendía un aroma de lo más agradable después de haber estado un mes abierto en el frigorífico.


Así que el primer día de la vuelta a casa lo dedicamos básicamente a limpiar, ventilar, hacer la compra y poner lavadoras. Ya a la mañana siguiente pudimos retomar nuestra faceta deportiva jugando al squash (no es que seamos tan pijos, es que es de gratis y está muy entretenido) y por la tarde fuimos a patinar sobre hielo.


Hay que decir que ya me estoy soltando con esto del patinaje. Esta vez solo me caí tres veces y ya soy capaz de girar hacia la izquierda...


El domingo también tuvimos tiempo para darnos un pequeño homenaje con una tortillita y embutidos varios traídos en el equipaje. Entre esa comida y ayer, que invitamos a las japonesas a cenar, ya están casi finiquitados. Era gracioso ver a Narumi, Moe y Naoka eligiendo entre la cecina de León, el jamón serrano Navidul y el salchichón y el chorizo Campofrío.

¡Besos y abrazos!

2/12/09

David y la Fábrica de Chocolate

David (01:20 horas, 1ºC)

Hoy toca cuento ¿Cuántos de los que leéis esto habéis soñado alguna vez con una fábrica de chocolate en la que pudierais comer todo el chocolate que quisierais? Sí, sí. Como en el cuento. Pues yo ya lo he tachado de mi lista de cosas que debo hacer antes de morirme ¿Cómo? Pues una vez más gracias a la ESN.



La mañana amaneció sosa en Helsinki, como casi todas. El Sol que tímidamente asomaba entre nubes demasiado hechas era demasiado amargo. Las tostadas se me quemaron y la mantequilla estaba helada. Se me pasó un poco la hora de quedada, pero llegué al punto justo. Casi nos cocemos en el autobús camino a la fábrica, me hervía la sangre, aunque la calefacción funcionaba a fuego lento. Llegamos a Fazer —in the fucking midle of nowhere, como todo aquí— y cambió la receta.


Los entrantes endulzaron sin llegar a empalagar. Aguantamos con la boca hecha agua el video corporativo, una especie de tortura para explicar las maravillas de la compañía y la excelencia de sus productos. Luego comprobé que sí son excelentes. Tras un pequeño paseo por las instalaciones sin tocar nada, neurosis de la Gripe A, llegamos al taste point y allí se aventuraron mi parámetros sanguíneos hasta la frontera con la hipoglucemia. Mmmmmmmmmmm


Cambiando de registro culinario, algo más apetecible, con más miga o incluso más picante puede ser el próximo post. Vosotros seréis los cocineros del Segundo Encuentro Digital de El Finterrete. La receta ya la sabéis, dejais vuestras preguntas, inquietudes o lo que se os pase por la mente en los comentarios o en la página de Facebook. Nosotros los contestaremos el próximo miércoles día nueve.

En previsión de nuestro inminente viaje a Laponia os emplazamos a que nos retéis con cualquier aventura que se os ocurra. Por favor, sed malos.


Moi, moi!!!