5/3/10

Viaje a Laponia (I). El tren.

David (12.24 horas, -4ºC)

El no expreso para Laponia partió un jueves 21 de diciembre a las 21.00 horas. Después de apurar al último segundo —como es costumbre— para mandar un trabajo y de haber cenado —como es también costumbre— en el Pizza Place nos encaminamos a la estación central de Helsinki. Allí nos esperaban Anumpan, jefe de la expedición y portador de los billetes, y otros otros muchos compañeros entre los que se contaban Matias, Filipo y Yelena.

Nos aguardaban nueve lentas horas de tren, ochocientos kilómetros cruzando Finlandia de sur a norte, una pequeño calmante para la excitación creciente de llegar a latitudes casi polares.

Fuera, el tren se deslizaba pesado, agonizante entre la noche nevada. La negrura de los bosques fineses parecía impedirle el paso como si en cada traviesa un denso muro se levantara.


Dentro, los viajeros nos habíamos reunido en el vagón cafetería y nos entreteníamos en la papiroflexia con los folletos de la empresa nacional de ferrocaliles fineses y una rudimentaria partida de Texas Holde'm.

Un señor me confundío con un sudamericano, según entendí por el gorro que llevaba. Algunos autóctonos se emborrachaban y cantaban canciones inteligibles. Cuando el sueño se adueño de nosotros nos fuimos a la cabina, compartida con Nikolaus Moench . Dijo que pondría la alarma para despertarnos y así lo hizo, precisión alemana.

En Rovaniemi nos aprovisionamos de cerverza y luego la expedición se dividió en dos: los que continuaron hasta Inari y los que nos dirijimos a la aldea Sami de Korvala, que os será presentada en el siguiente post.

No hay comentarios:

Publicar un comentario